miércoles, 6 de julio de 2011

A ti, mi ausente viajero:


Hoy tengo la imperiosa necesidad de contarte por medio de estas letras prestadas lo que siento por ti.

Bien sabes que te he dedicado cada segundo de mi vida desde tu partida, desde que decidiste cambiar de zapatos y empezar a volar por una cuestión de comodidad o de aburrimiento de hacer siempre lo mismo; sé que seguiré dedicándote cada logro y cada paso hacia adelante porque estoy convencida de que estas aquí haciendo chasquidos con tus dedos y dándome más magia para continuar mi camino.

Atándome a la realidad con tu recuerdo y tu voz, tus manos que me enseñaron a dibujar mi mundo. No me has abandonado y lo siento cada noche, cada mañana. Atándome a la realidad con aquel sonido de las canciones que nos gustaba oír juntos, con ese tono que nos distinguía del resto de los mortales.

Aunque no te tengo entre mis manos y no puedo describirte mas allá de lo que siento en mi corazón, se me hace imposible hacerte tangible al resto del mundo que no le dio tiempo de conocerte y me tengo que acostumbrar a crearte una noche de esas llenas de ilusiones y colores en donde tenemos todo el tiempo para nosotros.

Yo no dejo de pensarte, de mirarte en las esquinas de la casa, todo lo que me rodea me recuerda ese tono casi blanco de tus pasos, ese tono casi transparente de tu mirada y ese tono casi invisible de tus ropas, por lo que puedo verte más allá de los ojos humanos que sólo están muertos de tristeza y de soledad.

Sin perderme en el vago sentido del tiempo que nos hace reaccionar creyendo que es demasiado tarde para un próximo encuentro, mientras mis piernas y mi juventud van por ahí gritándole al viento que la lucha continua, aquí en la mano tengo mi colección completa de colores para demostrarte que esta noche será diferente para nuestros mundos.

Qué vida esta, no te parece?

Tuya,
Bárbara Valentina Maldonado Mastrojeni

No hay comentarios:

Publicar un comentario