Y una vez más, ustedes, mis letras, la música del fondo... mis paredes.
Ustedes que no me abandonan y que me entienden sin demasiadas explicaciones, que saben que mi sentimentalismo a veces me hace cometer los mismos errores una y otra vez, que muchas de esas veces me vuelvo ciega, no entiendo palabra alguna y quiero sólo actuar según me dictan los sentimientos.
Que saben de que color me gustan más pintadas, que con sólo sentir mi pulso pueden adivinar que hoy es uno de esos malos días, esos días en donde por más que lucho no encuentro los colores, los brillos, las cosas buenas y bonitas, la amistad, los ojos de verdad... hoy es uno de esos días donde sólo veo acciones ejecutadas por manos mal intencionadas, donde oigo palabras de bocas sucias, donde descubro la falta de inspiración que tienen los demás, donde me doy cuenta de que definitivamente somos muy pocos los que sentimos, los que vivimos, los que amamos sin remedios, los que miramos, los que estamos.
Y es que me corta el aire la sensacion de sentir que no estoy equivocada, la sensacion de querer creer en todos, la idea de que en verdad los que me rodean en todas partes, en el autobús, en el metro, en la calle, en la panadería, en la oficina, en la casa, en todos lados, ellos, los que chocan conmigo en el día a día no tienen corazón... lo han perdido en el camino y eso que el camino está en uno mismo.
Grave el asunto con el que me topé esta noche antes de intentar cerrar los ojos.
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